Aquel maldito día, no lo recuerdo
bien. Pero sé que fue el principio de muchos y el final de todos.
Las sirenas sonaban, el ajetreo de la
gente se percibía, los agente de la paz de movilizaban por la ciudad
con el mensaje de “Vayan a la estación del tren más cercano y
cojan el tren, evacuen la ciudad, no es un simulacro. Dejen sus
pertenencias”.
Era aquello el final del mundo, nos
preguntábamos muchos. La calles ya estaban alborotadas y los coches
estaban movilizados por la invasión de gente dirigiéndose a las
bocas del metro mas cercanos. Nadie sabia nada, y en la tele, los
canales locales y radios locales emitían el mensaje una y otra vez.
Todos hablaban de una nueva guerra
mundial, otros nos hacían caso y volvían a sus casas, sin hacer
caso. Lo más precavidos íbamos camino a lo desconocido.
Eran las 7 de la mañana y el sol
salia aun, mi madre Rekyel gritaba agónica, que bajásemos ya y nos
fuésemos, mi padre Jonh, en cambio buscaba maletas y lo necesario
para salir de la casa.
Yo en cambio buscaba mi mochila del
instituto lo y lo justo para dirigirme al salón con mi familia.
Baje corriendo por las escaleras y
entre por el salón, como si nos fuésemos de aventuras aquel día,
pero las caras de mis padres daban a relucir que la situación era
mas grave de lo que me imaginaba. Mi hermana estaba sentada en el
sofá, llorando mientras mi madre la consolaba como si su primer
novio de instituto la habría dejado. En cambio mi padre se paseaba
de un lado a otro del salon mirando de arriba abajo y de abajo arriba
de forma siniestra.
- Bien, familia... ahora saldremos
hacia la plaza del ayuntamiento, iremos directos a la boca del metro
, y no nos vamos a separar del uno del otro, entendido?. No quiero
despistes, no quiero que habléis con nadie, solo daros la mano y no
os soltéis hasta que esto acabe, entendido? - Decía mi padre
haciendo pausas en su desfile por todo el salón.
Después de asentir todos, sobre la
charla emperador de mi padre, nos cogimos a mi madre, Rakyel y yo, y
mi madre a Jonh.
La mochila pesaba, junto a que la época
de invierno pegaba mas fuerte que nunca, y las jersey y chaquetas
hacían su parte de divertida la aventura.
El trayecto fue estresante, casi se
llevan mas de una ocasión a Rakyel por delante. Mi padre casi se
pelea en tres ocasiones y yo he perdido por el camino el emblema
granate que me regalo mi abuelo, tras uno de los choques con la
gente.
La gente hablaba, preguntaba, en
ocasiones teníamos que parar el ritmo por la cola que había en la
boca del metro llegaba a la plaza del ayuntamiento, a unos 300
kilómetros calcule.
Entre la multitud se escuchaba decir
que una nueva guerra había empezado, otros se preguntaban donde
estaban los altos cargos, o incluso el alcalde del pueblo.
Rayley seguía llorando, y mama no se
separaba, seguíamos quietos en la plaza esperando a que avanzase la
multitud, y mi mano sudaba entre los guantes negro que compre en el
ultimo mercadillo que hicieron en la famosa calle de Road Sullyvan.
La redes sociales aquella mañana se
colapsaron y las paginas principales de cada una de ella no
cargaban, los mensajes no llegaban ni se recibían.
El Mike´s Bar estaría abierto en
aquella ocasión, siempre solía estarlo , las 24 horas a la semana,
lugar de muchos, para algunos universitarios o algunos a punto de
graduarse en el instituto como era mi caso.
Solíamos sentarnos cada viernes noche
a charlar sobre cualquier tema, con Tomas y Jess.
Que serian de ellos, los vería entre
la multitud, o simplemente cuando esto acabase y todo volviese a la
normalidad, nos veríamos mañana en clase.
Nunca se había organizado un revuelo
así de grande en la ciudad, las caras de la gente comenzaban a ser
mas siniestra y de preocupación, las voces comenzaban a alzarse de
cada ves más alto.
Y de cada vez mi hermana estiraba más
y mi madre la seguía, mientras el espacio se consumía.
Fue en aquel momento donde empezó
todo, aquel maldito día, no lo recuerdo bien. Un pequeño sol
emergió de la boca del metro, un segundo, quizás, o menos.
Con un basto sonido junto a la ráfaga
de luz, como si la vida misma acabase allí, en aquel momento en
aquel lugar.
El mundo enmudeció , mis oídos
pitaban, mi cabeza daba vueltas, mientras me incorporaba de nuevo y
mi vista de aclaraba. La imagen del caos y desastre fue haciéndose
más nítida mientras cogía fuerzas para ponerme de nuevo de pie.
La boca del metro había estallado por
los aires, la gente corría a contra corriente , y mi hermana no
estaba de mi mano esta vez.
Estaba solo en un bullicio de gente,
entre polvo y sangre, entre la vida y la muerte, y solo me quedaba
correr.
Intente mirar a todos los ángulos
posibles, la gente empujaba y otras corrían a cualquier direcion una
vez abandonada la plaza.
Solo se oía la gente, las voces
afónicas de miedo y de agonía, mientras mis pies dejaban atrás el
shock de lo que había ocurrido, la realidad iba pegando más fuerte
a medida que en el camino encontraba niños perdidos llorando
desamparados, familias quebradas por el pánico y gente herida sin
ningún tipo de ayuda.
Corrí y corrí hasta conseguir poder
respirar un poco de aire y sentirme por un segundo a salvo en unas de
las calles del centro.
Desde allí aun se escuchaba ruidos, el
humo ascendía hasta lo más alto del cielo, tapando el sol del
mediodía. Mis lagrimas fueron cayendo una a una mientras mis miedos
se hacían realidad.
Dejándome apoyado en un árbol de la
calle 63 inundado de miedo y preguntas.
Donde esta mi familia?, donde voy
ahora?, que esta pasando? Y mis amigos?, y la peor de mis preguntas,
seguirán todos vivos?.
Se hizo tarde aquel día, no me moví
en toda la tarde, esperando que llegase alguna respuesta del cielo,
pero temía encontrar respuestas.
Quizás era hora de volver a la plaza y
buscar a mi familia, o de volver a casa y ver que todo seguía igual.
El sol comenzaba ha abajar hacia el
horizonte, y la calle 63 nunca se me hizo tan larga y escalofriante
como aquella vez.
Aquel día fue el principio de muchos y
el final de todos.